Kawasaki KLR 650 a tope

Allí me planté, me recogió en la estación de tren y fuimos a ver la moto. En su garaje arrancó perfecta, la subí a la calle, se paró y ya no volvió a arrancar.

Sí, tío, a la mierda con todo, me he hecho con una moto de campo de verdad. Le había dado mil vueltas pero al final la cosa fue mucho más rápida de lo previsto.

Escruté el mercado y me llamó la atención una Kawasaki KLR 650 de 2003 con apenas 23.000 kilómetros. El precio estaba por encima de lo que estaba mirando, jugaba con la idea de hacerme con una moto de campo de verdad, una trail 50/50 que no me importara que se cayese o se golpeara y fuera barata de mantener.
Mi mujer me insistió (para que dejara de darle el coñazo, la pobre) en que le lanzara la caña con la máxima oferta que pudiera ofrecer, aunque fuera mucho más baja que lo pedía. Con cariño y procurando no ser el típico cansino tipo Wallapop así lo hice, 450 euros menos: y el cabrón dijo que sí.

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Madre mía, ya la he liao. La moto estaba en otra provincia, a unas dos horas y media de mi ciudad. En principio insistió en que fuera entre semana, pero había que hacerle la ITV, examinarla, hacerle el cambio de nombre y viajar de vuelta y eso me era imposible.

Finalmente allí me planté, me recogió en la estación de tren y fuimos a ver la moto. En su garaje arrancó perfecta, la subí a la calle, se paró y ya no volvió a arrancar.
Pabajo, parriba y sólo arrancaba lanzándola por una cuesta. Me di una vuelta y bien, el motor estaba muy bien, rudo y sonoro con escape de serie, el típico monociclíndrico que martillea las calles, aunque la dirección era muy floja, probablemente por los neumáticos cuadrados, unos Metzeler Tourance.

No me la podía llevar así más que nada porque tendré que parar, aunque sea para poner gasolina (aunque no es recomendable, llevando las dos llaves se puede repostar sin parar la moto avisando al dependiente). Y si paro y no puedo volver a arrancar ¡buena la tenemos!
Así que insistió en que no arrancaba por el escape. Tenía otro puesto homologado que cambió para pasar la ITV aunque no hiciera falta y había estado funcionando perfectamente hasta ahora.
A mí lo de que no arranque por el escape me sonó muy raro, pero yo tampoco soy mecánico, todo puede ser. Así que lo cambió en cinco minutos y adivina: no, no arranca ni hacía nada diferente. De hecho la batería estaba consumida de tanto intentarlo y hacía el clásico “tactactact”.

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Arrancó cuesta abajo y la probé de nuevo con este escape “Marvine”. Pues igual, motor guay pero sonoro de cojones. Al soltar el puño aquello petardeaba una barbaridad, parecen las putas fallas de Valencia: esto en Madrid me lo van a mirar seguro. Me dijo que iba mucho más fina con el escape de serie, así que bueno ya vería si era mejor cambiarlo o seguir macarra.
El problema era llevarla dos o tres horas por autopista. Si hubiera algún taller mecánico que me dijera cuál era la avería, podía estar tranquilo, pero por qué puñetas no arrancaba, ¿sería sólo la batería, el motor de arranque, el mando del puño o algo más gordo?

Por fin, nos dimos una vuelta de diez minutos por la autopista para ver si cargaba la batería, yo le seguía detrás de su furgoneta, al terminar paramos y seguía sin arrancar, la batería no cargaba. La puso con las pinzas al motor del coche y ¡pum! a la primera.
Bueno, al menos eso era, la batería. No es una avería y tiene fácil solución, pero ¿cómo me la llevo sin que me deje tirado?

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La idea era dejarla cargar al menos media hora revolucionando el coche y luego llenarla de gasolina (98 le echaba el tío, ¡con dos! ¡eso es cariño!) y salir lo antes posible. Tras al menos 100 kilómetros o una hora en marcha la batería debería cargarse lo suficiente para poder arrancar tras la parada de la comida (que al final salí a la una de la tarde y la postura sin protección en autopista no es lo más cómodo que puede ser).
Las baterías de coches y motos no cargan apenas al ralentí, empiezan a cargar con el motor revolucionado, 2 o 3 mil vueltas en los coches y 4 mil en en esta moto (depende de a cuánto pueda revolucionarse cada motor, una tetra deportiva seguramente requiera 7 u 8 mil vueltas para cargar bien).

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Y así fue, me cambié e instalamos la bolsa y el escaque de serie sobre el asiento de atrás y el colín, llené la moto de gasolina y cojí carretera hasta que me hinché.
La primera parte fue un gran coñazo, autopista y moto a 100/120 km/h. Cero de protección aerodinámica así que a ratos agachando el lomo para descansar.
Entré en un pueblecito a comer, pregunté y me mandaron a la ciudad más cercana. Con la barriga llena, la segunda parte la cosa sí fue divertida: carreteras nacionales en perfecto estado, así que llevaba una velocidad muy similar que si hubiera ido por autopista pero divirtiéndome entre curva y curva y limando los laterales de los Metzeler Tourance. Te aseguro que al final curvear era un placer, se movía mucho mejor, sin inestabilidades, podía tomar las curvas largas a buena velocidad y con seguridad y los petardeos en medio de la nada son bastante divertidos 🙂

Ahora nada, en el siguiente capítulo veremos qué es lo primero en hacer tras comprar una moto de segunda mano y a disfrutarla!!

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2 respuestas a “Kawasaki KLR 650 a tope”

  1. toñin dice:

    Yeeeeeeeaaa a por el barro yaasaa. Suerte chaval

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