Hautes Pyrénées – Pirineos franceses al norte de Huesca
Casi 1700 kilómetros y cinco días entre montañas, lluvia, nieve, ríos, motos y motoristas de dos países: Huesca y el distrito de los “Hautes Pyrénées“.
Con motivo de la futura e incipiente paternidad de mi cuñado ViC, mi aportación a su progenie era una vueltecita de cinco días por el Pirineo (sacrificado que es uno). Lo que no sabíamos es que aprovecharíamos el puente de Mayo, de jueves a lunes y que coincidiría con el Gran Premio de Jerez de MotoGP y con la Ruta de los Penitentes 2014. Nos encontraríamos aficionados de lado a lado de la península cada uno con un destino, nosotros a lo nuestro.
Ah, pues nop. Nos toca fiesta medieval en Jaca. Parece que son bastante frecuentes los tambores, los disfraces, los trabucazos, etc.
Día 2: Cruzamos la frontera. El día se levanta tonto, gris y plomizo. Antes de empezar a subir puertos, empieza a chispear. Desconfiamos y antes de lo gordo retrocedemos camino hasta la que puede ser la última gasolinera española. Empieza a llover fuerte y en horizonal (¡¡!!). Nos vestimos de Don Pimpón acuático por si acaso, no sabíamos que no dejaría de llover hasta el día siguiente, cientos de kilómetros más tarde.
Justo antes de empezar el Col du Somport ¡muy animaos!
Volvemos a la gasolinera a vestirnos de agua.
Y seguimos disfrazándonos.
El Col de Marie Blanque ostenta en su cumbre un homenaje a los perdidos en Gran Guerra.
Nuestra primera galette, buenísima.
El restaurante era hortera, hortera. Una decoración marinera en el justo medio de los Pirineos es cuanto menos rarito. Además el tipo fue un poco capullo con nosotros y nos hizo sentir un poco incómodos fregando nuestro rastro de agua. Tan capullo como amable su mujer facilitándonos las cosas. De todo hay.
Ojo a la montaña que los edificios dejan entrever. Niebla y más agua nos esperaba.
El Col d´Aubisque (así como el Tourmalet) ya aparecía cerrado cuando lo miramos planeando el viaje. Planeamos una ruta alternativa por si seguía así, pero hasta el último momento queríamos ver hasta dónde podíamos subir. Al llegar a la base: “Col d´Aubisque: FERMÉ“. En mayúsculas y en rojo, bien claro. Bueno, vamos a ver si hay una valla o qué, hasta dónde se puede subir y luego nos damos la vuelta. Vale, pues p´alante.
Subiendo al Col d´Aubisque sin dejar de llover.
A la derecha se ve una de las cascadas bien cargadas de agüita, que no faltaba, no.
Vista espectacular.
Tira p´arriba, vaaaa!!!
Pues seguimos p´arriba a ver qué nos acontecía. Avisos sobre peligros de avalancha a partir de la señal, el contínuo “verglas fréquent” , etc.
Pues sí, va a ser que al final va a estar cerrado el Aubisque.
Col d´Aubisque, aparecía Fermé en la base pero dijimos, “¡hasta donde lleguemos!”
Seguimos aún un par de curvas más hasta que vimos que la tormenta se hacía cada vez más violenta. El final no estaba a la vista (ni el final ni la mano delante de la cara) y sabíamos que íbamos a llegar a una carretera cerrada. Hay que saber cuándo volver, y eso hicimos, nos dimos la vuelta, tiramos hacia abajo y hasta que no desapareció la nieve de los laterales y volvió la lluvia intensa no me quedé tranquilo del todo. Luego, sobre un mapa, vimos que nos habíamos dado la vuelta unos doscientos metros antes de la cumbre (¡¡grrrr!!). Bueno, nos habríamos encontrado el corte un poco más adelante, ¿no?
No tiene la misma pinta la foto del mapa que in situ en Mayo, ¿eh?
Cena homenaje a y sobar. Cenamos realmente bien, en un lugar llamado Le Magret; obviamente buscábamos cocina francesa, no íbamos a comer pizzas, y además este lugar tenía un carácter especial:
Dormimos en el Hotel du Dauphiné, todo muy bien. Buenas camas y buen precio, es todo lo que pedíamos.
Bueno, y radiadores:
Botas mojadas por dentro y por fuera, cascos, guantes, cordura…TODO.
Día 3: Desayuno, paseo y seguimos.
Buscando desayuno, olisqueando boulangerie-patisserie
Siempre lo digo, los franceses tiene muy presentes a sus hijos muertos en la guerra. Un altísimo porcentaje de pueblos y ciudades ostenta su monumento a los caídos. Aquí, placas en honor a sus muertos en Indochina, Argelia y las grandes guerras. Mucho Lacoste en Lourdes, eso sí.
Precioso clásico con clásica maleta.
Desde el respeto, pero vaya circo que tienen montado en Lourdes. Todo está enfocado al turismo religioso, allá donde mires.
El Col de La Mongie según llegamos, bien nublado.
El Col de La Mongie soleado.
El Col de La Mongie cerrado de camino al Tourmalet. Y se suceden los cols: Col d´Aspin.
Algún lugar cerca de Arreau.
Mis preferidos, el Col de Val Louron-Azet…
…y el Col de Peyresourde. Preciosa zona.
Scargoterie en Le metropole, ¡increíblemente buenos!
¡El folleto más cachondo! un spa en Luchon
Merendamos y cenamos en el mismo sitio, si apareces por Luchon no dejes de comer allí, Le Metropole. Todo estuvo rico, lo de los caracoles era LEGENDARIO y el camarero un auténtico crack!
Día 4: Las vistas desde Le Petit Auberge son espectaculares, no teníamos ni idea cuando llegamos, pero por la mañana, abro la ventana y veo esto:
Vista desde el Petit Auberge
Bajamos, pasamos por Bossòst y encontramos la primera gasolinera española. Muuucho más barata y de camino a Vielha. Un camino por el que nos cruzamos mucha moto y un paisaje bellísimo.
En Vielha un refrigerio y a seguir camino. Pasamos por la clasica N-260, carretera a tramos en mal estado, a tramos en bueno y siempre con un muy buen trazado. Muy larga y con momentos paralelos al río, pegado a una montaña de piedra con unas curvas para disfrutar; de los mejores momentos, para no perdérsela. Comimos en Castejón de Sos, comida de trámite para seguir hacia Biescas:
Por esa misma carretera, chupando cola de dos turismo en carretera estrecha, de repente vi por el retrovisor que, tras Vic, había un montón de motos haciendo cola, ¡¡más de diez!! Adelantamos a las latas y anduvimos todos juntos un buen tramo de curvas. Cuando la carretera se abrió nos adelantaron y comprobé que era un grupo de franceses, llevamos a siete delante y al menos tres detrás. Anduvimos juntos un buen rato, largas y rapidísimas curvas después, ellos se fueron hacia Jaca y nosotros a Biescas, donde pretendíamos dormir. Cambiamos de opinión y decidimos visitar visitar Panticosa, que tan buena fama tiene. Avanzamos hacia allí por otro buen puñado de curvas de buena velocidad, muy buen trazado, muy largas y con poco tráfico, ¡¡fetén!! Subimos a Panticosa y por una urbanización encontramos un mirador.
Mucha alegría de camino a Panticosa.
Y bueno, más montañas y más lagos. Bajamos a Biescas, que estamos ya cansados, ha sido un día largo. Llegamos y nos encontramos con un Biescas que no esperábamos (por bendita ignorancia). Lo vimos demasiado pequeño para quedarnos, muy poca actividad, y decidimos buscar otro pueblecito para pasar la noche (aunque sólo era para éso). En Biescas nos contaron que la gente de la Ruta de los Penitentes acababa reuniéndose en Panticosa. ¡¡No jodas!! Si venimos de allí y no había nadie!! Se habrán ido ya, domingo por la tarde, todos a casa. Supongo que no encontramos el sitio correcto, porque algún resto de organización encontraríamos, claro. Así que carretera y manta. Llegábamos a Sabiñánigo y tampoco nos gustó, demasiado grande (así somos), así que o Huesca o Jaca. Huesca está ya un poco lejos para la hora y nuestros cuerpos. Jaca ya la conocemos, pero bueno, tiramos a Jaca y buscamos pueblecitos más al oeste a ver si alguno nos gusta. Las posaderas ya destrozadas y no encontramos nada. Salimos por un pueblo fantasma y feo como él solo.
Momento desorientación/enfado/cansancio/alamierdacontodo.
Ah, por cierto, el GPS (desgraciao y cabrón como él solo) petó. Imagino que le entró agua o algo pero ya no encendía. No lo echaré de menos, bendito mapa.
Mira, a la mierda, nos vamos a Jaca que lo conocemos y es bonito y animao. Eso sí, buscamos otro hotel, que hoy quiero descansar. Aquí llegamos de nuevo, bendita Jaca. Nos hospedamos en el hotel Mur, todo perfecto: Céntrico, buenas camas, buena ducha y buen precio. Para otra vez allí del tirón. Cenamos y a la vuelta vimos dos motos gordas, de las de maletas de aluminio, nos acercamos a curiosear. La sempiterna R1200GS y una abuelita Super Ténéré de finales de los noventa, de matrículas francesas. Ambas ostentaban de forma aislada una pegatina de una bandera que no acertábamos a identificar. Justo cuando iba a fotografiar las dos aventureras se aproximaron los dueños. Uno joven, hacia la BMW y el más mayor hacia la Yamaha. Les preguntamos si era Islandia, a lo que el joven respondió (en español) que sí, habían estado el año pasado lo dos. Él parisino y el otro de Burdeos, viajaron hasta la costa danesa y luego un ferry (dos días creo que dijo que tardaba) les llevó hasta Islandia. Lo mejor: las pistas. Tres semanas en total, una para el viaje y dos para el trasteo in situ. Brutal. Se pusieron el casco y salieron disparados. Tanto, que me quedé sin foto. Aquí la del primero:
Pd. Agradecimientos especiales a los foreros de Motos.net que me ayudaron con sus consejos, webs, sugerencias, rutas, comentarios y blablabla, a Fran y a nuestras respectivas esposas.
Bueno, bueno. Por alusiones (es que soy Vic, el cuñao).
A mis 39 soy un poco mayor para ser padre primerizo, pero así es la vida. Tampoco comencé hace mucho en esto de las rutas moteras. Así que no es de extrañar que durante el viaje me sintiera como si acabara de cumplir los 20 (gracias Rod, yo propuse el viaje pero tu te lo curraste e hiciste que todo fuera fácil y emocionante).
Viaje muy recomendable. Planeado desde el principio con jornadas cortas en km y rutas alternativas, pero sin haber definido los hoteles. Que este pueblo tiene buena pinta? Pues ala, busca en Booking dónde dormir. Que no nos gusta? Pues a buscar otro pueblo. Libertad absoluta.
Curvas, puertos de montaña, paisajes espectaculares, nieve, sol, comilonas… Así cualquiera quema el estrés pre-padre (TQUCH Cris).